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LIBERTAD PARA TODOS (Libro Completo)

PRÓLOGO

La opinión pública no sostendrá por largo tiempo una teoría que no funciona en la práctica. Hoy en día, probablemente más que nunca antes, el hombre demanda la evidencia de la verdad, aun de su más alto ideal. Para la satisfacción definitiva, el hombre debe encontrar un principio que sea para él, un camino de vida, un principio que él pueda experimentar como verdad.

Creo haber descubierto tal principio en la más importante de todas las escrituras sagradas, La Biblia. Obtenido de mi propia iluminación mística, este libro revela la verdad escondida dentro de las historias del viejo y nuevo Testamento por igual.

Brevemente, el libro expone que la conciencia es la única realidad, que la conciencia es la causa, y la manifestación es el efecto. Lleva a la atención del lector constantemente a este hecho, para que el lector pueda poner siempre primero lo primero.

Habiendo establecido el fundamento que un cambio de conciencia es esencial para poder obtener un cambio de expresión, este libro explica al lector una docena de diferentes formas para obtener tal cambio de conciencia.

Éste es un principio realista y constructivo que funciona. La revelación que contiene, si se aplica, te hará libre.

CAPITULO 1

LA UNIDAD DE DIOS

ESCUCHA, Oh Israel: El Señor nuestro Dios es un solo Señor.

Escucha, Oh Israel:

Escucha, Oh, hombre hecho de la misma sustancia de Dios:

¡Tú y Dios son uno e indivisible!

El hombre, el mundo y todo lo que hay en él son estados condicionados

Del único incondicionado, Dios.

Tú eres éste único;

Tú eres Dios condicionado como hombre.

Todo lo que crees que Dios es, tú lo eres;

Pero tú nunca sabrás que esto es cierto,

Hasta que no dejes de declararlo como si fuera otro,

Y reconozcas que este aparente otro, eres tú mismo.

Dios y el hombre,

Espíritu y materia,

Lo amorfo y lo formado,

El creador y la creación,

La causa y el efecto,

Tu Padre y tú son uno.

Este uno, en quien todos los estados condicionados viven y se mueven

Y tienen a su ser,

Es tu YO SOY,

Tu incondicional conciencia.

Conciencia incondicionada es Dios, la única realidad. Por conciencia incondicionada me refiero a una sensación de conciencia; una sensación de saber que YO SOY, aparte de saber quién SOY; la conciencia de ser, divorciado de aquello de lo que soy consciente de ser.

Yo SOY consciente de ser un hombre, pero no necesito ser un hombre para estar consciente de ser. Antes de hacerme consciente de ser alguien, Yo, conciencia incondicionada, era consciente de ser, y esta conciencia no depende de ser alguien. YO SOY auto-existente, conciencia incondicionada; yo me hice consciente de ser alguien; y yo me haré consciente de ser otro, de quien ahora soy consciente de ser; pero YO SOY eternamente consciente de ser, ya sea que soy amorfo incondicionado, o forma condicionada.

Como el estado condicionado, Yo (el hombre), podré olvidar quién soy, o dónde estoy, pero no puedo olvidar que YO SOY.

Este saber que YO SOY, esta conciencia de ser, es la única realidad.

Esta conciencia incondicionada, el YO SOY, es esa realidad conocida en la cual todos los estados condicionados - conceptos de mí mismo- comienzan y terminan, pero que siempre permanecerá el desconocido ser conocedor cuando todo lo conocido cese de existir.

Este desconocido ser conocedor, o conciencia incondicionada, es mi verdadero ser, y la única realidad. YO SOY la incondicionada realidad, condicionada como aquello que yo creo ser. YO SOY el creyente limitado por mis creencias, el conocedor definido por lo conocido.

El mundo es mi conciencia condicionada materializada.

Aquello que yo siento y creo como verdadero de mí mismo, es ahora proyectado en el espacio como mi mundo.

El mundo - mi ser reflejado- siempre da testimonio del estado de conciencia en el que vivo.

No hay azar o accidente responsable por las cosas que me suceden o en el ambiente en el que me encuentro. Tampoco es el destino predestinado el autor de mis fortunas o mis desgracias. La inocencia y la culpa son meras palabras que no significan nada para la ley de la conciencia, excepto que reflejan el estado de conciencia mismo.

La conciencia de la culpa convoca la condenación. La conciencia de falta produce pobreza.

El hombre materializa eternamente el estado de conciencia en el que permanece, pero de alguna manera u otra, él se ha confundido en la interpretación de la ley de causa y efecto.

Él se ha olvidado de que es el estado interno lo que causa la manifestación de lo externo - “Como adentro, así es afuera” (“Correspondencia”, el segundo de Los Siete Principios de Hermes Trismegistus). Y en su falta de memoria, él cree que un Dios externo tiene sus propias peculiares razones por las cuales hace las cosas, estando tales razones, fuera de la compresión del mero hombre; o él cree que la gente está sufriendo a causa de errores del pasado que han sido olvidados por la mente consciente; u otra vez, que el ciego azar, por sí solo, juega el papel de Dios.

Un día el hombre se dará cuenta que su propia YO-SOYDAD es el Dios que él ha estado buscando a través de los siglos, y que su propio sentido de conciencia - su conciencia de ser - es la única realidad.

La cosa más difícil de comprender realmente para el hombre, es esta: Que la “YO-SOYDAD” en él mismo, es Dios. Es su verdadero ser, o estado del Padre, el único estado del que puede estar seguro. El Hijo, su concepto de sí mismo, es una ilusión. Él siempre sabe que él ES, pero aquello que él es, es una ilusión creada por él mismo (el Padre) en un intento de auto-definirse.

Este descubrimiento revela que todo lo que yo he creído que Dios era, YO SOY.

“YO SOY la resurrección y la vida” (Juan 11: 25) es una declaración de hecho respecto a mi conciencia, porque mi conciencia resucita o hace visiblemente vivo aquello de lo que soy consciente de ser.

“YO SOY la puerta. (Juan 10: 2, 7 y 9)... todo lo que ha venido antes que yo eran ladrones y bandidos” (Juan 10: 8), me muestra que mi conciencia es la única entrada al mundo de la expresión, que al asumir la conciencia de ser o poseer la cosa que yo deseo ser o poseer, es la única manera en que yo puedo serlo o poseerlo; que cualquier intento de expresar este estado deseado por otros medios que no sean asumiendo la conciencia de serlo o poseerlo, es ser robado de la alegría de la expresión y posesión.

“YO SOY el principio y el fin” (Apocalipsis 1: 8 y, 22: 13) revela a mi conciencia como la causa del nacimiento y de la muerte de toda expresión.

“YO SOY me ha enviado” (Éxodo 3: 14) revela que mi conciencia es el Señor que me envía al mundo en la imagen y semejanza de aquello que soy consciente de ser, para vivir en un mundo compuesto por todo lo que soy consciente de ser.

“YO SOY el Señor, y fuera de mi no hay otro Dios” (Isaías 45: 5), declara a mi conciencia como el único Señor, y fuera de mi conciencia no hay otro Dios.

“Aquiétate, y sabed que YO SOY Dios” (Salmos 46: 10) significa que debo aquietar la mente y saber que esa conciencia es Dios.

“No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano” (Éxodo 20: 7), “YO SOY el Señor: ése es Mi Nombre” (Isaías 42: 8). Ahora que tú has descubierto tu YO SOY, tu conciencia de ser Dios, no afirmes nada como verdadero de ti mismo que tú no afirmarías como verdadero de Dios, porque en definirte a ti mismo, tú estás definiendo a Dios.

Aquello que eres consciente de ser es aquello con lo que has nombrado a Dios. Dios y el hombre son uno. Tú y tu Padre son uno (Juan 10: 30).

Tu conciencia incondicionada, o YO SOY, y aquello que eres consciente de ser, son uno.

El que concibe y la concepción son uno. Si tu concepto de ti mismo es menos de lo que tu afirmas como verdadero de Dios, tú le has robado a Dios el Padre, (véase Filipenses 2: 6), porque tú (el Hijo o concepción) da testimonio del Padre o "el que concibe". No tomes al mágico nombre de Dios, YO SOY, en vano, porque no se te tendrá por inocente; tú debes expresar todo lo que afirmas que eres.

Nombra a Dios al definirte conscientemente como tú más alto ideal.

CAPITULO 2

EL NOMBRE DE DIOS

No hay suficientes veces en que pueda ser declarado, que la conciencia es la única realidad, porque esta es la verdad que hace al hombre libre.

Este es el fundamento sobre el cual toda la estructura de la literatura bíblica yace. Las historias de la Biblia son todas revelaciones místicas escritas en un simbolismo Oriental que revela al intuitivo, los secretos de la creación y la fórmula de escape. La biblia es el intento del hombre para expresar en palabras la causa y manera de la creación. El hombre descubrió que su conciencia era la causa o creador de su mundo, así que él procedió a contar la historia de la creación en una serie de historias simbólicas conocidas por nosotros hoy en día como la Biblia.

Para entender este, uno de los más grandiosos libros, tú necesitas un poco de inteligencia y mucha intuición - inteligencia suficiente para que te permita leer el libro, e intuición suficiente para interpretar y entender lo que lees.

Tú te preguntarás por qué la biblia fue escrita simbólicamente. ¿Por qué no fue escrita de manera clara y simple para que todos los que la lean puedan entenderla? Ante estas preguntas yo respondo que todos los hombres hablan simbólicamente a esa parte del mundo que difiere de la suya.

El lenguaje del Occidente es claro para nosotros los del Occidente, pero es simbólico para el Este; y viceversa. Un ejemplo de esto lo podemos encontrar en esta instrucción del habitante del Este: “Y si tu mano te ofende, córtala” (Marcos 9: 43). Él habla de la mano, no como la mano del cuerpo, pero como cualquier forma de expresión, y por lo tanto él te advierte que dejes esa expresión en tu mundo que sea ofensiva para ti. Al mismo tiempo, el hombre del Oeste, podría confundir sin intención, al hombre del Este al decir: “Este banco está en las rocas”. Porque la expresión: “en las rocas”, al que habita en el Oeste, le es equivalente a la bancarrota, mientras que una roca para el habitante del Este, es un símbolo de fe y seguridad. “Por tanto, cualquiera que oye estas palabras mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca; y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; pero no se cayó, porque había sido fundada sobre la roca.” (Mateo 7: 24, 25).

Para entender realmente el mensaje de la Biblia debes tener en cuenta que fue escrita por la mente del Este y por lo tanto no puede ser tomada literalmente por los habitantes del Oeste. Biológicamente, no existe diferencia entre el Este y el Oeste. El amor y el odio son iguales; el hambre y la sed son iguales; la ambición y el deseo son iguales; pero la técnica de expresión es vastamente diferente.

Lo primero que debes descubrir si deseas desbloquear el secreto de la Biblia, es el significado del nombre simbólico del creador, quien es conocido por todos como Jehová. Esta palabra “Jehová” está compuesta por cuatro letras hebreas - YOD HE VAU HE. Todo el secreto de la creación está escondido en este nombre.

La primera letra, YOD, representa el estado absoluto o conciencia incondicionada; la sensación de conciencia indefinida; esa completa integración, de la cual proviene toda la creación o estados condicionados de la conciencia.

En la terminología de hoy, YOD es: YO SOY, o conciencia incondicionada.

La segunda letra, HE, representa el único Hijo engendrado, un deseo, un estado imaginado. Simboliza una idea; un estado subjetivo definido o imagen mental clarificada.

La tercera letra, VAU, simboliza el acto de unificar o juntar al que concibe, (YOD), la conciencia que desea, a la concepción, (HE), el estado deseado, así es que el que concibe y la concepción se convierten en uno.

Fijar un estado mental, definirte conscientemente a ti mismo como el estado deseado, impresionar en ti mismo el hecho de que ya eres ahora aquello que has imaginado o concebido como tu objetivo, es la función de VAU. Clava o une la conciencia que desea con la cosa deseada. El proceso de ‘cementar’ o unir, es logrado subjetivamente al sentir la realidad de aquello que todavía no ha sido materializado.

La cuarta letra, HE, representa la materialización de este acuerdo subjetivo. El YOD HE VAU, hace al hombre o al mundo manifestado (HE), en la imagen y semejanza de sí mismo, el estado consciente subjetivo. Así que la función del HE final, es dar testimonio objetivamente del estado subjetivo: YOD HE VAU.

La conciencia condicionada continuamente está manifestándose a sí misma en la pantalla del espacio.

El mundo es la imagen y semejanza del estado consciente subjetivo que lo creó.

El mundo visible no puede hacer nada por sí mismo; solo da registro de su creador, el estado subjetivo.

Es el Hijo visible (HE) dando testimonio de su Padre, Hijo y Madre invisibles - YOD HE VAU - la Santa Trinidad que tan solo puede ser vista cuando se hace visible como hombre o manifestación.

Tu conciencia incondicionada, (YOD), es tu YO SOY, que visualiza o imagina un estado deseado, (HE), y luego se hace consciente de ser ese estado imaginado al sentirse a sí misma y creer que ya es el estado imaginado. La unión consciente entre tú, quien desea, y aquello que tú deseas ser, es posible a través de VAU, o tu capacidad de sentir y percibir.

Creer es simplemente vivir en el sentimiento de realmente ser el estado imaginado - al asumir la conciencia de ser el estado deseado. El estado subjetivo simbolizado como YOD HE VAU luego se materializa a sí mismo como HE, y por lo tanto completando así el misterio del nombre del creador y su naturaleza, YOD HE VAU HE, (Jehová).

YOD, es estar consciente; HE, es estar consciente de algo; VAU, es estar consciente como, o estar consciente de ser aquello de lo único que estabas consciente. El segundo HE es tu mundo visible materializado que está hecho en imagen y semejanza del: YOD HE VAU, o aquello de lo que estabas consciente de ser.

“Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” (Génesis 1: 26). Hagamos, YOD HE VAU, la manifestación objetiva, (HE), a nuestra imagen, la imagen del estado subjetivo.

El mundo es la semejanza manifestada, del estado subjetivo consciente, en el cual la conciencia permanece.

Este entendimiento de que la conciencia es la única realidad es el fundamento de la Biblia.

Las historias de la Biblia son intentos de revelar en lenguaje simbólico, los secretos de la creación, así como también mostrar al hombre la única fórmula para escapar de todas sus propias creaciones.

Este es el verdadero significado del nombre Jehová, el nombre por el cual todas las cosas son hechas, y sin el cual, nada de lo que ha sido hecho fue hecho. (Juan 1: 3).

Primero, tu eres consciente; luego tú te haces consciente de algo; luego tú te haces consciente de ser aquello de lo que estabas consciente; luego observas objetivamente aquello de lo que estabas consciente de ser.

CAPITULO 3

LA LEY DE LA CREACION

Tomemos una de las historias de la Biblia y veamos como los profetas y escritores del antiguo revelaron la historia de la creación por medio de este extraño simbolismo del Este.

Todos conocemos la historia de Noé y del Arca; que Noé fue elegido para crear un nuevo mundo luego de que el mundo había sido destruido por la inundación.

La Biblia nos cuenta que Noé tenía tres hijos, Sem, Cam y Jafet. (Génesis 6: 10).

El primer hijo es llamado Sem, que significa nombre. Cam, el segundo hijo significa cálido, vivo. El tercer hijo se llama Jafet, que significa extensión. Tú observarás que Noé y sus tres hijos Sem, Cam y Jafet, contienen la misma fórmula de la creación, como la contiene el nombre divino: YOD HE VAU HE.

Noé, el Padre, el que concibe, el constructor del nuevo mundo, es equivalente al YOD, o conciencia incondicionada, YO SOY. Sem es tu deseo; aquello de lo que eres consciente; aquello a lo que nombras y defines como tu objetivo, y es equivalente a la segunda letra en el nombre divino (HE). Cam es el estado cálido y vivo de sentir, que unifica o amarra juntas, a la conciencia que está deseando con la cosa deseada, y es por lo tanto, equivalente a la tercera letra en el nombre divino, VAU. El último hijo, Jafet, significa extensión, y es el estado extendido o materializado dando testimonio del estado subjetivo, y es equivalente a la última letra del nombre divino, HE.

Tú eres Noé, el conocedor, el creador.

La primer cosa que tu engendras es una idea, una ansia, un deseo, la palabra, o tu primer hijo Sem (nombre).

Tu segundo hijo Cam (cálido, vivo) es el secreto de SENTIR, a través del cual eres unido subjetivamente a tu deseo para que tú, la conciencia deseando, te hagas consciente de ser o poseer la cosa deseada.

Tu tercer hijo, Jafet, es la confirmación, la prueba visible de que tú sabes el secreto de la creación.

Él es la extensión, o el estado manifestado, dando testimonio del estado invisible o subjetivo en el que tú permaneces.

En la historia de Noé, se ha escrito que Cam vio los secretos de su Padre (Génesis 9: 22), y, a causa de su descubrimiento, él fue obligado a servirle a sus hermanos, Sem y Jafet (Génesis 9: 25). Cam, o sentimiento, es el secreto del Padre, tu YO SOY, porque es a través de sentir que la conciencia deseando es unida a la cosa deseada.

La unión consciente, o matrimonio místico, se hace posible solo a través del sentimiento.

Es Sentir, lo que desempeña a esta unión celestial del Padre y el Hijo, Noé y Sem, conciencia incondicionada y conciencia condicionada.

Al desempeñar este servicio, sentir automáticamente sirve a Jafet, el estado extendido o expresado, porque no puede haber expresión materializada a menos que primero haya una impresión subjetiva.

Sentir la presencia de la cosa deseada, realizar subjetivamente un estado al impresionar en ti mismo, a través del sentimiento, un estado consciente definitivo, es el secreto de la creación.

Tu presente mundo materializado es Jafet, el cual fue hecho visible por Cam. Por lo tanto Cam sirve a sus hermanos Sem y Jafet, porque sin el sentimiento, que simboliza a Cam, la idea o cosa deseada (Sem) no puede hacerse visible como Jafet.

La habilidad de sentir lo invisible, la habilidad de realizar y de hacer real un estado subjetivo definitivo a través de la sensación del sentimiento es el secreto de la creación, el secreto por el cual la palabra o deseo invisible es hecho visible - es hecho carne (Juan 1: 14). “Y Dios llama a las cosas que no existen, como si existieran.” (Romanos 4: 17).

La conciencia llama a las cosas que no existen como si existieran, y hace esto al primero definirse a sí misma como aquello que desea expresar, y segundo al permanecer dentro del estado deseado hasta que lo invisible se hace visible.

Aquí está la ley trabajando a la perfección, según la historia de Noé. En este preciso momento tú eres consciente de ser. Esta consciencia de ser, este saber de que tú eres, es Noé, el creador.

Ahora, con la identidad de Noé establecida como tu propia conciencia de ser, nombra a algo que te gustaría poseer o expresar; define algo objetivo (Sem), y con tu deseo claramente definido, cierra los ojos y siente que ya lo tienes o que ya lo estás expresando.

No preguntes cómo puede hacerse; simplemente siente que ya lo tienes.

Asume la actitud de la mente que tu tendrías si ya lo poseyeras, para que tu sientas que ya está hecho.

Sentir es el secreto de la creación.

Se tan sabio como Cam, y haz este descubrimiento de que tú también puedes tener la alegría de servir a tus hermanos Sem y Jafet; la alegría de encarnar la palabra o el nombre.

CAPITULO 4

EL SECRETO DE SENTIR

El secreto de sentir o de llamar lo invisible a que se haga estados visibles, es hermosamente contado en la historia de Isaac bendiciendo a su segundo hijo Jacob, creyendo que estaba bendiciendo a su primer hijo Esaú, basado solamente en el sentir. (Génesis 27: 1 al 35).

Fue escrito que Isaac, que estaba viejo y ciego, sintió que estaba por irse de este mundo, y deseando bendecir a su primer hijo Esaú antes de morir, mandó a Esaú a cazar venado de sabrosa carne con la promesa de que cuando vuelva de la caza, recibiría la bendición de su padre.

Ahora, Jacob, quien deseaba el derecho de nacimiento a través de la bendición de su padre, escuchó el pedido de su padre ciego por carne de venado y su promesa a Esaú. Así que cuando Esaú se fue a cazar venado, Jacob mató a un cabrito del rebaño de su padre, y se vistió con él.

Poniendo la piel sobre su cuerpo suave y sin pelo, para dar la sensación del áspero y peludo hermano Esaú, él trajo el cabrito preparado y sabroso a su padre ciego Isaac. Isaac, que dependía solamente de su sensación de sentir, tomó erróneamente a su segundo hijo Jacob por su primer hijo Esaú, y pronunció su bendición sobre Jacob. Cuando Esaú volvió de la caza, se enteró de que su hermano de piel suave y pelada Jacob lo había suplantado, así que apeló a su padre por justicia; pero Isaac le respondió diciendo: “Tu hermano vino con engaño, y se ha llevado tu bendición. (Génesis 27: 35). He aquí, yo lo he puesto por señor tuyo, y le he dado por siervos a todos sus parientes” (Génesis 27: 37).

La simple decencia humana le debería decir al hombre que esta historia no puede ser tomada literalmente. ¡Debe haber un mensaje escondido para el hombre, en alguna parte de este acto desleal y despreciable de Jacob! El mensaje escondido, la fórmula del éxito enterrada en esta historia fue intuitivamente revelada al escritor de esta manera. Isaac, el padre ciego, es tu conciencia, tu conciencia de ser.

Esaú, el hijo con pelos, es tu mundo materializado presente - el áspero o que se siente por los sentidos; el momento presente; el presente ambiente; tu concepto presente de ti mismo; en pocas palabras, el mundo que tú conoces por la razón o por tus sentidos objetivos. Jacob, el joven de piel suave sin pelos, el segundo hijo, es tu deseo o estado subjetivo, una idea no encarnada aun, un estado subjetivo que es percibido y sentido pero todavía no materializado ni visto; un punto en el tiempo y espacio removido del presente. En pocas palabras, Jacob es tu objetivo definido. El joven de piel suave Jacob - o estado subjetivo buscando ser materializado o el derecho de nacer - cuando se siente propiamente, o es bendecido por su padre (cuando se siente conscientemente y se fija como real), se materializa; y al hacerlo él suplanta al áspero, peludo Esaú, o el estado materializado anteriormente. Dos cosas no pueden ocupar un mismo lugar al mismo tiempo, así que cuando lo invisible se hace visible, el estado anteriormente visible desaparece.

Tu conciencia es la causa de tu mundo. El estado consciente en el cual tú permaneces determina el tipo de mundo en el que vives. Tu presente concepto de ti mismo está ahora materializado como tu ambiente, y este estado simboliza a Esaú, el peludo, el que se siente con los sentidos; el primer hijo. Aquello que deseas ser o poseer es simbolizado como tu segundo hijo, Jacob, el joven de piel suave y sin pelos, que todavía no es visto pero es sentido y percibido subjetivamente, y éste, si es tocado de la manera correcta, suplantará a su hermano Esaú, o tu mundo presente.

Siempre ten en cuenta el hecho de que Isaac, el padre de estos dos hijos, o estados, es ciego. Él no ve a su hijo Jacob de piel suave; él tan solo lo siente.

Y a través del sentido de tocar él realmente le cree a Jacob, el subjetivo, en que es Esaú, el real, el materializado.

Tu no ves a tu deseo materializado, tú simplemente lo sientes (lo tocas) subjetivamente.

Tú no toqueteas en el espacio en búsqueda de un estado deseable. Tal como Isaac, tú te sientas quieto y envías a tu primer hijo a cazar, al remover tu atención de tu mundo materializado.

Luego en la ausencia de tu primer hijo, Esaú, tú invitas al estado deseable, tu segundo hijo, Jacob, para que se acerque, así lo puedes sentir. “Te ruego que te acerques para palparte, hijo mío” (Génesis 27: 21). Primero, tú estás consciente de él en tu ambiente inmediato; luego tú lo traes más y más y más cerca, hasta que lo percibes y lo sientes en tu presencia inmediata a punto tal que es tan real y natural para ti. “Si dos de vosotros se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan aquí en la tierra, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.” (Mateo 18: 19).

Los dos se ponen de acuerdo a través del sentido de palpar; y el acuerdo es establecido en la tierra - es materializado; es hecho real.

Los dos que se ponen de acuerdo son Isaac y Jacob - tú y aquello que deseas; y el acuerdo es hecho solamente con el sentido de palpar.

Esaú simboliza tu mundo presente materializado, ya sea uno placentero o no.

Jacob simboliza todos y cualquiera de los deseos de tu corazón.

Isaac simboliza a tu verdadero ser - con tus ojos cerrados al mundo presente - en el acto de percibir y sentirte a ti mismo siendo o poseyendo aquello que tú deseas ser o poseer.

El secreto de Isaac - el estado que percibe y siente - es simplemente el acto de separar mentalmente lo que se siente con los sentidos (tu estado presente físico) de lo que se siente sin los sentidos (aquello que tu deseas ser).

Con los sentidos físicos completamente apagados, Isaac lo hizo; y tú puedes hacer que lo que no se siente con los sentidos (el estado subjetivo) parezca real o conocido por los sentidos, porque la fe es conocimiento.

Conocer la ley de auto-expresión, la ley por la cual lo invisible se hace visible, no es suficiente.

Debe ser aplicada; y éste es el método de aplicación.

Primero: Envía a tu primer hijo Esaú - tu mundo presente materializado, o problema - a cazar. Esto se logra al simplemente cerrar tus ojos y quitar tu atención de las limitaciones materializadas. A medida que tus sentidos son removidos de tu mundo materializado, éste desaparece de tu conciencia, o se va de caza.

Segundo: con tus ojos todavía cerrados y tu atención quitada del mundo que te rodea, fija conscientemente el tiempo natural y espacio para la realización de tu deseo.

Con tus sentidos físicos cerrados a tu presente ambiente, tú puedes sentir y percibir la realidad de cualquier punto en el tiempo o espacio, porque ambos son psicológicos y pueden ser creados a voluntad.

Es de vital importancia que la condición natural de tiempo-espacio de Jacob, es decir, el tiempo y espacio natural para la realización de tu deseo, sea primero fijado en tu conciencia.

Si el domingo es el día en el cual la cosa deseada debe ser realizada, entonces el domingo debe ser fijado en la conciencia ahora.

Simplemente comienza a sentir que es domingo hasta que el silencio y la naturalidad del domingo es conscientemente establecida.

Tú tienes asociaciones definitivas con los días, semanas, meses y temporadas del año. Tú has dicho una y otra vez: “Hoy se siente como domingo, o lunes, o sábado; o esto se siente como la primavera, o el verano, o el otoño, o el invierno”. Esto te debería convencer de que tú tienes impresiones definitivas y conscientes que tú asocias con los días, semanas y temporadas del año.

Luego, a causa de estas asociaciones, tú puedes seleccionar cualquier tiempo deseable, y al recordar la impresión consciente asociada con dicho tiempo, tú puedes hacer una realidad subjetiva de ese tiempo, ahora.

Haz lo mismo con el espacio. Si en la habitación en la que estás sentado no es la habitación en donde la cosa deseada sería naturalmente situada o realizada, siéntete a ti mismo en la habitación o lugar donde sería natural. Fija conscientemente la impresión de este tiempo y espacio antes de que comiences el acto de sentir y percibir la cercanía, la realidad, y la posesión de la cosa deseada. No importa si el lugar deseado está a diez mil millas de distancia o si está tan solo a la vuelta de la esquina, tú debes fijar en la conciencia el hecho de que, justo en donde estás sentado, es el lugar deseado.

Tú no haces un viaje mental; tú colapsas el espacio. Siéntate en silencio donde tú estás y, has del: “allí-dad” - el: “aquí-dad”. Cierra tus ojos y siente que el mismísimo lugar donde tú estás, es el lugar deseado; siente y percibe su realidad hasta que este hecho esté impreso conscientemente en ti, porque tu conocimiento de este hecho, está basado solamente en tu sensibilidad subjetiva.

Tercero: En la ausencia de Esaú (el problema) y con el tiempo-espacio natural ya establecido, tú invitas a Jacob (la solución) para que venga y llene este espacio - para que venga y suplante a su hermano.

En tu imaginación, observa a la cosa deseada. Si no puedes visualizarla, siente el esquema general del deseo; contémplalo. Luego mentalmente acércalo a ti. “Te ruego que te acerques para palparte, hijo mío”.

Siente la cercanía del deseo; siente que está en tu inmediata presencia; siente la realidad y la solidez que tiene; siéntelo y obsérvalo naturalmente ubicado en la habitación en la que estás sentado, siente la excitación de realmente haberlo logrado, y la alegría de poseerlo.

Ahora, abre los ojos. Esto te trae de vuelta a tu mundo físico - el mundo áspero, o que se siente con los sentidos. Tu hijo velludo Esaú ha vuelto de la caza, y por su presencia misma te dice que tú has sido engañado por tu hijo de piel suave Jacob - el sentido subjetivamente y psicológicamente.

Pero, como Isaac, cuya confianza estaba basada en el conocimiento de esta ley incambiable, tú también dirás: “He aquí, yo lo he puesto por señor tuyo, y le he dado por siervos a todos sus parientes”.

Eso significa que, aunque tus problemas aparentan ser fijos y reales, tú has sentido el estado subjetivo y psicológico como real, a punto tal que recibiste la excitación de esa realidad; tú has experimentado el secreto de la creación porque tú has sentido la realidad de lo subjetivo.

Tú has fijado un estado definitivo psicológico que, a pesar de toda oposición o precedente, se materializará a sí mismo, y por lo tanto cumpliendo el nombre de Jacob - el suplantador.

Aquí hay un par de ejemplos prácticos de este drama.

Primero: La bendición, o el hacer realidad una cosa.

Siéntate en tu sala de estar, y nombra algún mueble, o alfombra o lámpara que te gustaría tener en esta habitación en particular. Observa a esa área de la habitación donde tú quisieras ponerlo si lo tuvieras. Cierra los ojos y deja que, todo lo que ahora ocupa esa área de la habitación, desaparezca. En tu imaginación, mira a esta área como espacio vacío - no hay absolutamente nada allí. Ahora comienza a llenar este espacio con el mueble deseado; siente y percibe que lo tienes en esta misma área, imagina que estás viendo aquello que tú deseas ver. Continúa en esta conciencia hasta que sientas la excitación de poseerlo.

Segundo: La bendición, o el hacer realidad un lugar.

Tú ahora, estás sentado en tu departamento en la Ciudad de Nueva York, contemplando la alegría que tendrías si tú estuvieras en un crucero navegando a través del gran Atlántico. “Y si me voy y preparo un lugar para vosotros, vendré otra vez y os tomaré conmigo; para que donde yo estoy, allí estéis también vosotros.” (Juan 14: 2 y 3). Tus ojos están cerrados; tú has liberado conscientemente el departamento de Nueva York, y en su lugar, sientes y percibes que tú estás en un crucero. Tú estás sentado en una reposera; no hay nada alrededor tuyo, más que el vasto Atlántico. Fija la realidad de este barco y del océano, para que en este estado, tú puedas recordar mentalmente, aquel día en que tú estabas sentado en tu departamento de Nueva York, soñando con este día en el mar. Recuerda la imagen mental de ti mismo sentado ahí, en Nueva York, soñando con este día. En tu imaginación, mira a la imagen de la memoria de ti mismo sentado allí atrás, en tu departamento de Nueva York. Si tienes éxito en mirar hacia atrás, a tu departamento en Nueva York sin regresar conscientemente allí, entonces tú has preparado exitosamente la realidad de este viaje.

Permanece en este estado consciente, sintiendo la realidad del barco y del océano; siente la alegría de este logro - luego abre tus ojos.

Tú te has ido, y has preparado el lugar; tú has fijado un estado psicológico definitivo, y donde tú estás en la conciencia, allí también estarás en el cuerpo.

Tercero: La bendición, o el hacer realidad un punto en el tiempo.

Tú abandonas conscientemente este día, mes, o año, según sea el caso, y tú imaginas que ahora es aquel día, mes, o año, en que tú deseas experimentar. Tú sientes y percibes la realidad del tiempo deseado, al impresionar sobre ti mismo el hecho de que se ha cumplido ahora. A medida que sientes la naturalidad de este tiempo, tú comienzas a sentir la excitación de haber realizado completamente aquello que, antes de que comiences este viaje psicológico en el tiempo, tú deseabas experimentar como éste tiempo.

Con el conocimiento de tu poder para bendecir, tú puedes abrir las puertas de cualquier prisión - de la prisión de enfermedad o de pobreza, o de una monótona existencia.

“El Espíritu del Señor Dios está sobre mí, porque me ha ungido el Señor para traer buenas nuevas a los afligidos; me ha enviado para vendar a los quebrantados de corazón, para proclamar libertad a los cautivos y liberación a los prisioneros.” (Isaías 61: 1, Lucas 4: 18).

CAPITULO 5

EL SABBAT

“Seis días se trabajará, pero en el séptimo día será para ti un día santo, el Sabbat de reposo para el Señor” (Éxodo 31: 15, Levítico 23: 3).

Estos seis días no son periodos de veinticuatro horas en el tiempo.

Estos simbolizan el momento psicológico en que un estado subjetivo definitivo es fijado.

Estos seis días de trabajo son experiencias subjetivas, y consecuentemente no pueden ser medidos por el tiempo sideral, porque el verdadero trabajo de fijar un estado psicológico definitivo es hecho en la conciencia.

El tiempo que pasas definiéndote conscientemente como aquello que deseas ser es la medida de estos seis días.

Un cambio de conciencia es el trabajo hecho en estos seis días creativos; un ajuste psicológico, que no es medido por el tiempo sideral pero por un logro real (subjetivo).

Así como la vida, en retrospectiva, es medida no por los años sino por el contenido de esos años, así también es medido este intervalo psicológico - no por el tiempo usado para hacer el ajuste, sino por el logro de ese intervalo.

El verdadero significado de seis días de trabajo (creación) es revelado en el misterio de VAU, la cual es la sexta letra en el alfabeto hebreo, y la tercera letra en el nombre divino - YOD HE VAU HE.

Como lo expliqué previamente en el misterio del nombre de Jehová, VAU significa clavar, o unir.

El creador es unido a su creación a través del sentimiento; y el tiempo que te lleva a ti en fijar un sentimiento definitivo es la verdadera medida de estos seis días de creación.

Separarte mentalmente de tu mundo materializado, y apegándote, a través del secreto de sentir, a tu estado subjetivo, es la función de la sexta letra del alfabeto hebreo VAU, o los seis días de trabajo.

Siempre hay un intervalo entre la impresión fijada, o estado subjetivo, y la expresión exteriorizada de ese estado.

El intervalo se llama el Sabbat.

El Sabbat es el descanso mental que sigue luego de la fijación del estado psicológico; es el resultado de tus seis días de trabajo.

“El Sabbat fue hecho para el hombre” (Marcos 2: 27). Este descanso mental, que viene luego de una exitosa impregnación consciente, es el periodo de embarazo mental; un periodo que fue hecho con el propósito de incubar la manifestación.

Fue hecho para la manifestación; la manifestación no fue hecha para él.

Automáticamente tú guardas al Sabbat, como el día de descanso - un periodo de descanso mental - si tienes éxito en lograr tus seis días de trabajo.

No puede haber un Sabbat, un séptimo día, un periodo de descanso mental, hasta que los seis días se terminen - hasta que el ajuste psicológico se logre y la impresión mental se haga completamente.

El hombre es advertido de que si falla en guardar el Sabbat, si falla en entrar en el descanso de Dios, él también fallará en recibir la promesa - él fallará en realizar sus deseos.

El motivo de esto es simple y obvio. No puede haber descanso mental hasta que una impresión consciente sea hecha.

Si el hombre falla en impresionar completamente sobre sí mismo el hecho de que ahora ya tiene aquello que hasta el momento deseaba poseer, él continuará deseándolo, y por lo tanto el no estará mentalmente en el descanso, o satisfecho.

Si por otro lado, él logra con éxito hacer este ajuste consciente a punto tal que si al salir del periodo de silencio o de sus seis días de trabajo subjetivos, él sabe por su sentimiento que ya tiene la cosa deseada, entonces él automáticamente entra en el Sabbat o el periodo de descanso mental.

El embarazo lleva a la fecundación. El hombre no continúa deseando aquello que ya ha obtenido. El Sabbat puede ser guardado como el día de descanso solo después que el hombre logra con éxito en ser consciente de ser aquello que antes de entrar en el silencio, deseaba ser.

El Sabbat es el resultado de los seis días de trabajo.

El hombre que sabe el verdadero significado de estos seis días de trabajo, se da cuenta que la observación de un día en la semana como un día de silencio físico, no es guardar el Sabbat.

La paz y el silencio del Sabbat pueden ser experimentados solo cuando el hombre ha logrado con éxito en hacerse consciente de ser aquello que desea ser. Si el falla en hacer esta impresión consciente, él ha errado al blanco; él ha pecado, porque pecar es errar al blanco - es fallar en nuestro objetivo; es un estado en el cual no tienes la conciencia tranquila.

“Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado” (Juan 15: 22). Si al hombre no se le hubiese presentado un estado ideal al cual apuntar, un estado para desear y obtener, él hubiese quedado satisfecho con lo que le tocó en la vida y nunca hubiese conocido el pecado.

Ahora que el hombre sabe que sus capacidades son infinitas, que sabe que al trabajar por seis días o al hacer el ajuste psicológico él puede realizar sus deseos, él no estará satisfecho hasta que logre cada uno de sus objetivos.

Con el verdadero conocimiento de estos seis días de trabajo, él definirá su objetivo y comenzará a hacerse consciente de ya serlo.

Cuando esta impresión consciente es hecha, le sigue automáticamente un periodo de descanso mental, un periodo que el místico lo llama el Sabbat, un intervalo en el cual la impresión consciente será gestada y expresada físicamente.

La palabra será hecha carne. ¡Pero ese no es el final!

El Sabbat o descanso que será interrumpido por la encarnación de la idea, tarde o temprano dará lugar a otros seis días de trabajo a medida que el hombre define otro objetivo y comienza un nuevo acto de definirse a sí mismo como aquello que él desea ser.

El hombre ha sido sacudido de su adormecimiento por medio del deseo, y no podrá encontrar descanso hasta que realice su deseo.

Pero antes de que él pueda entrar en el descanso de Dios, o guardar el Sabbat, antes de que él pueda caminar sin miedo y en paz, él debe convertirse en un buen francotirador espiritual y aprender el secreto de pegarle al blanco o trabajar seis días - el secreto por el cual él deja ir al estado materializado y se ajusta a si mismo al subjetivo.

Este secreto fue revelado en el nombre divino Jehová, y otra vez en la historia de Isaac bendiciendo a su hijo Jacob. Si el hombre aplicara la fórmula tal como se revela en estos dramas de la biblia, él siempre le embocará en el blanco, porque él sabrá que solo se entra al descanso mental o el Sabbat, cuando logra con éxito hacer el ajuste psicológico.

La historia de la crucifixión dramatiza hermosamente estos seis días (periodo psicológico) y el séptimo día de descanso.

Fue escrito que era la costumbre de los judíos dejar que liberen a alguien de prisión en la fiesta de la Pascua, y que se les daba la elección de liberar a Barrabás el ladrón, o a Jesús el salvador. Y ellos clamaron “Libera a Barrabás” (Juan 18: 40). Por lo que Barrabás fue liberado y Jesús fue crucificado.

Luego fue escrito que Jesús el Salvador fue crucificado en el sexto día, enterrado o sepultado en el séptimo, y resucitado en el primer día.

El salvador en tu caso es aquello que te salvaría de aquello de lo que no eres consciente de ser, mientras que Barrabas el ladrón es tu presente concepto de ti mismo que te roba de aquello que te gustaría ser.

Al definir a tu salvador tu defines aquello que te salvaría, y no de qué manera serías salvado.

Tu salvador o deseo tiene maneras que tú no conoces; sus maneras van más allá de nuestro entendimiento (Romanos 11: 33).

Cada problema revela su propia solución. Si tú estuvieras en prisión, desearías automáticamente ser libre. La Libertad, por lo tanto, es la cosa que te salvaría. Ésta es tu salvador.

Habiendo descubierto tu salvador, el próximo paso en este gran drama de la resurrección es liberar a Barrabás, el ladrón - tu concepto presente de ti mismo - y crucificar a tu salvador, o fijar la conciencia de ser o tener aquello que te salvaría.

Barrabás representa tu problema presente. Tu salvador es aquello que te liberaría de este problema. Tú liberas a Barrabás al sacar tu atención del problema - sacarla de tu sentido de limitación - porque te roba de la libertad que buscas. Y crucificas a tu salvador al fijar un estado psicológico definitivo al sentir que ya eres libre de la limitación del pasado.

Tú niegas la evidencia de los sentidos y comienzas a sentir subjetivamente la alegría de ser libre. Te sientes que este estado de libertad es tan real que exclamas: “¡Soy Libre!”; “Está terminado” (Juan 19: 30).

La fijación de este estado subjetivo - la crucifixión - toma lugar en el sexto día. Antes de que el sol se ponga en este día tú debes haber completado la fijación al sentir - “Así es” - “Está terminado”.

El saber subjetivo es seguido por el Sabbat o el descanso mental. Tú serás como aquel que es enterrado o sepultado porque tú sabrás que no importa qué tan montañosas sean las barreras, qué tan impenetrables las paredes parecieran ser, tu salvador crucificado y enterrado (tu presente fijación subjetiva) se resucitará a sí mismo. Al guardar el Sabbat un periodo de descanso mental, al asumir la actitud mental que sería tuya si ya estuvieras expresando visiblemente esta libertad, tú recibirás la promesa del Señor, porque la Palabra será hecha carne - la fijación subjetiva se encarnará a sí misma. “Y en el séptimo día reposó Dios de todas sus obras.” (Hebreos 4: 4).

Tu conciencia es Dios descansando en el conocimiento de que “Está bien” - “Está terminado”. Y tus sentidos físicos confirmarán que así es, porque vendrá el día que lo revelará.

CAPITULO 6

SANACIÓN

La fórmula para la cura de la lepra como se revela en el capítulo catorce del libro de Levítico, es de lo más iluminador, cuando se la mira a través de los ojos del místico. Esta fórmula puede ser prescripta como la cura positiva de cualquier enfermedad en el mundo del hombre, ya sea física, mental, financiera, social, moral - Lo que sea.

No importa la naturaleza de la enfermedad o su duración, porque la fórmula puede ser exitosamente aplicada a cualquiera de ellas.

Aquí está la fórmula que fue escrita en el libro de Levítico: “el sacerdote mandará tomar dos avecillas vivas y limpias… Después el sacerdote mandará degollar una de las avecillas… en cuanto a la avecilla viva, la tomará y mojará en la sangre del ave muerta; y rociará siete veces al que ha de ser purificado de la lepra, lo declarará limpio, y soltará al ave viva en campo abierto… y quedará limpio.” (Levítico 14: 4 al 8).

La aplicación literal de esta historia sería estúpida e infructífera, pero por otro lado la aplicación psicológica de esta fórmula es sabia y fructífera.

Una avecilla, es el símbolo de una idea. Cada hombre que tiene un problema o desea expresar otra cosa de lo que ahora está expresando, se podría decir que tiene dos avecillas. Estas dos avecillas o concepciones pueden ser definidas de esta manera: La primera avecilla, es tu presente concepto exteriorizado de ti mismo; es la descripción que tu darías si se te preguntara cómo te auto definirías - tu condición física, tus ingresos, tus obligaciones, tu nacionalidad, familia, raza, etc. Tu respuesta sincera a estas preguntas estaría basada únicamente en la evidencia de tus sentidos y no sobre ningún pensamiento de deseo.

Este verdadero concepto de ti mismo (basado completamente en las evidencias de tus sentidos) define a tu primer avecilla.

La segunda avecilla es definida por la respuesta que desearías poder dar a estas preguntas de auto definición. En pocas palabras, estas dos avecillas pueden ser definidas como aquello que eres consciente de ser y aquello que desearías ser.

Otra definición de estas dos avecillas podría ser, el primero - tu problema presente, no importa su naturaleza, y el segundo - la solución a ese problema.

Por ejemplo: Si tú estuvieras enfermo, una buena salud sería la solución. Si estuvieras en deuda, la libertad de deuda sería la solución. Si tuvieras hambre, la comida sería la solución. Como habrás notado, el cómo, la manera en que se realiza la solución, no es considerado.

Solo el problema y la solución son considerados.

Cada problema revela su propia solución. Para la enfermedad es la salud; para la pobreza es la riqueza; para la debilidad es fortaleza, para el encarcelamiento es la libertad.

Estos dos estados, entonces, tu problema y su solución, son las dos avecillas que traes al sacerdote. Tú eres el sacerdote que ahora realiza el drama de la curación del hombre leproso - tú y tu problema. Tú eres el sacerdote; y con la fórmula para la cura de la lepra, tú ahora te liberas a ti mismo de tu problema.

Primero: Toma una de las avecillas (tu problema) y mátalo al extraer su sangre. La sangre es la conciencia del hombre. “Y de una misma sangre ha hecho toda nación de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra” (Hechos 17: 26).

Tu conciencia es la única realidad que anima y hace real aquello de lo que tú eres consciente de ser. Así que quitar tu atención de los problemas es equivalente a extraer la sangre de la avecilla. Tu conciencia es la única sangre que hace de todos los estados, realidades vivientes. Al remover tu atención de cualquier estado, tú has drenado la sangre viviente de ese estado. Tu matas o eliminas a la primera avecilla (tu problema) al remover tu atención de ella. Y en esta misma sangre (tu conciencia) tú bañas a la avecilla viva (la solución), o aquello que hasta ese momento tú deseabas ser o poseer. Esto lo haces al liberarte a ti mismo, para ser el estado deseado ahora.

Bañar a la avecilla viva en la sangre de la avecilla que fue matada, es similar a la bendición de Jacob dada por su padre ciego Isaac. Como recordarás, Isaac el ciego no podía ver su mundo materializado, su hijo Esaú. Tú también, eres ciego a tu problema - la primera avecilla - porque tú has removido tu atención de él y por lo tanto no lo ves. Tu atención (sangre) ahora está situada en la segunda avecilla (estado subjetivo), y tú sientes y percibes la realidad de él.

Se te dice que rocíes siete veces al que debe ser limpiado. Esto significa que tú debes permanecer por dentro en el nuevo concepto de ti mismo hasta que entres mentalmente en el séptimo día (el Sabbat); hasta que la mente esté quieta, o fijada en la creencia de que tú estás realmente expresando o poseyendo aquello que deseas ser o poseer. Al séptimo rociamiento se te instruye a que dejes libre a la avecilla viva, y pronuncies que el hombre ya está limpio.

A medida que completamente impresionas sobre ti mismo el hecho de que ya eres aquello que deseas ser, tú ya te has rociado simbólicamente, siete veces; entonces eres libre como la avecilla que fue liberada. Y como la avecilla en vuelo, que en poco tiempo deberá volver a la tierra, así también tus impresiones subjetivas o declaraciones deberán, en poco tiempo, se materializarán a sí mismas en tu mundo.

Esta historia y todas las otras historias de la biblia, son obras psicológicas dramatizadas dentro de la conciencia del hombre.

Tú eres el alto sacerdote; tú eres el leproso; y tú eres las aves.

Tu conciencia o YO SOY es el alto sacerdote; tú, el hombre con el problema, eres el leproso. El problema, tu presente concepto de ti mismo, es la avecilla que es matada; la solución del problema, lo que deseas ser, es la avecilla viva que es liberada.

Tú recreas este gran drama dentro de ti mismo al quitar tu atención de tu problema y al situarla en aquello que deseas expresar.

Tú impresionas sobre ti mismo el hecho de que ya eres aquello que deseas ser hasta que tu mente se aquieta en la creencia de que ya es así.

Vivir en la actitud mental fijada, vivir en la conciencia de que ya eres aquello que anteriormente deseabas ser, es la avecilla en vuelo, libre de las limitaciones del pasado y moviéndose hacia adelante a la encarnación de tu deseo.

CAPITULO 7

DESEO, LA PALABRA DE DIOS

“Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que realizará lo que me place, y cumplirá aquello para lo que la envié.” (Isaías 55: 11).

Dios te habla a ti por medio de tus deseos básicos. Tus deseos básicos son palabras de promesa o profecía que contienen dentro de sí mismos el plan y el poder de expresión.

Por deseos básicos me refiero a tus objetivos reales. Los deseos secundarios se encargan de la manera de realizarlos. Dios, tu YO SOY, te habla a ti, el estado consciente condicionado, a través de tus deseos básicos. Los deseos secundarios o formas de expresión son los secretos de tu YO SOY, el Padre que todo lo sabe. Tu Padre, YO SOY, revela el primero y el último - “Yo soy el principio y el fin” (Apocalipsis 1: 8, 22: 13). Pero Él nunca revela el medio o secreto, de Sus maneras; es decir, el primero es revelado como la palabra, tu deseo básico. El último es su cumplimiento - la palabra hecha carne. El segundo, o medio, (el plan de desarrollo), nunca es revelado al hombre sino que permanece por siempre como el secreto del Padre.

“Yo testifico a todos los que oyen las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añade a ellas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro; y si alguno quita de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa descritos en este libro.” (Apocalipsis 22: 18, 19).

Las palabras de profecía mencionadas en este libro Apocalipsis, son tus deseos básicos que no deben ser condicionados más a fondo. El hombre está constantemente añadiendo y quitando de estas palabras. Sin saber que estos deseos básicos contienen el plan y el poder de expresión, el hombre está siempre comprometiendo y complicando su deseo.

Aquí hay una ilustración de lo que el hombre hace a la palabra de la profecía - sus deseos.

El hombre desea libertad de sus limitaciones o problemas. Lo primero que él hace luego de definir su objetivo es condicionarlo sobre alguna otra cosa.

Él comienza a especular sobre la manera de obtenerlo.

Sin saber que la cosa deseada tiene una manera de expresarse totalmente por su cuenta, él comienza a planear cómo lo va a obtener, y por lo tanto, añadiendo a la palabra de Dios.

Si, por otro lado, él no tiene plan o concepción sobre el cumplimiento de su deseo, entonces él compromete su deseo al modificarlo. Él siente que, si él estará satisfecho con menos de lo que es su deseo básico, él podría tener más posibilidades de realizarlo. Al hacer esto, él quita de la palabra de Dios. Individuos y naciones por igual están constantemente violando esta ley de su deseo básico al confabular y planear la realización de sus ambiciones; y por lo tanto, ellos añaden a la palabra de la profecía, o la comprometen con sus ideales, por lo tanto quitando de la palabra de Dios.

El resultado inevitable es la muerte y plagas, o fracaso y frustración, como lo prometido por tales violaciones.

Dios habla al hombre solo por medio de sus deseos básicos.

Tus deseos son determinados por tu concepto de ti mismo. Por si solos, no son ni buenos ni malos. “Yo sé, y estoy convencido en el Señor Jesús, de que nada es inmundo en sí mismo; pero para el que estima que algo es inmundo, para él lo es.” (Romanos 14: 14).

Tus deseos son el resultado natural y automático de tu presente concepto de ti mismo.

Dios, tu conciencia incondicionada, es impersonal y no hace acepción de personas. (Hechos 10: 34, Romanos 2: 11).

Tu conciencia incondicionada, Dios, le da a tu conciencia condicionada, el hombre, a través de tus deseos básicos, aquello que tu estado condicionado (tu presente concepto de ti mismo) cree que necesita.

Mientras que permanezcas en tu presente estado consciente, continuarás deseando aquello que ahora deseas.

Cambia tu concepto de ti mismo, y tú automáticamente cambiarás la naturaleza de tus deseos.

Los deseos son estados de conciencia buscando materializarse. Son formados por la conciencia del hombre y pueden ser fácilmente expresados por el hombre que los ha concebido.

Los deseos son expresados cuando el hombre que los ha concebido asume entonces, la actitud mental que tendría si el estado deseado ya hubiese sido expresado. Ahora, dado a que los deseos, sin importar su naturaleza, pueden ser tan fácilmente expresados por actitudes fijadas de la mente, una palabra de advertencia debe ser dada a aquellos que todavía no hayan realizado la unidad de la vida, y a quienes no saben la verdad fundamental de que la conciencia es Dios, la única realidad.

Esta advertencia fue dada al hombre en la famosa Regla de Oro - “Así que, todo lo que quieran que la gente haga con ustedes, eso mismo hagan ustedes con ellos” (Mateo 7: 12).

Tú quizás deseas algo para ti, o quizás deseas algo para otro. Si tu deseo es para otro, asegúrate que la cosa deseada sea aceptable para ese otro. La razón de esta advertencia es porque tu conciencia es Dios, el dador de todos los regalos.

Por lo tanto, aquello que sientes y crees como verdadero de otro es un regalo que le has dado.

Si el regalo no es aceptado, volverá al que lo dio.

Asegúrate entonces, de que tú amarías poseer ese regalo para ti mismo, porque si fijas una creencia dentro tuyo como verdadera de otro y él no acepta este estado como verdadero de sí mismo, este regalo no aceptado se encarnará a sí mismo en tu mundo.

Siempre escucha y acepta como verdadero de otros, aquello que tú desearías para ti mismo. Al hacerlo, estás construyendo el cielo en la tierra.

“Todo lo que quieran que la gente haga con ustedes, eso mismo hagan ustedes con ellos”, está basado en esta ley.

Solo acepta tales estados como verdadero de otros que tú, con toda voluntad, aceptarías como verdadero de ti mismo, para que siempre estés creando el cielo en la tierra. Tu cielo es definido por el estado de conciencia en el que tú vives, y tal estado está hecho de todo lo que tú aceptas como verdadero de ti mismo y verdadero de otros.

Tu ambiente inmediato es definido como tu propio concepto de ti mismo, más tus convicciones respecto a otros que no han sido aceptadas por ellos.

Tu concepto de otro que no sea su concepto de sí mismo, es un regalo que te vuelve a ti.

Sugestiones, como propaganda, son boomerangs a menos que sean aceptados por aquellos a los que se lo enviaste.

Así que tu mundo es un regalo que tú te has dado a ti mismo.

La naturaleza de este regalo es determinada por tu concepto de ti mismo más los regalos no aceptados que tú les ofreciste a otros.

No cometas ningún error sobre esto; la ley no hace acepción de personas.

Descubre la ley de auto-expresión y vive por ella; así tú serás libre. Con este entendimiento de la ley, define tu deseo; sabe exactamente lo que quieres; asegúrate de que sea deseable y aceptable.

El hombre sabio y disciplinado, no ve ninguna barrera para la realización de su deseo: él no ve nada que haya que destruir. Con una actitud mental fijada, él reconoce que la cosa deseada ya ha sido completamente expresada, porque él sabe que un estado subjetivo fijado tiene maneras y medios para expresarse a sí mismo, que el hombre no conoce. “Antes de que pregunten, yo ya he respondido” (aprox. Isaías 65: 24), “Yo tengo maneras que tú no conoces” (aprox. Isaías 42: 16), “Mis caminos no se pueden comprender” (Romanos 11: 33).

El hombre indisciplinado, por otro lado, constantemente ve oposición al cumplimiento de su deseo, y, a causa de su frustración, él forma deseos de destrucción que firmemente cree que deben ser expresados antes de que su deseo básico pueda realizarse. Cuando el hombre descubre esta ley de una sola conciencia, él entenderá gran sabiduría de la Regla de Oro, y entonces vivirá por ella y se probará a si mismo que el reino de los cielos está en la tierra.

Tú te darás cuenta el porqué de: “Todo lo que quieran que la gente haga con ustedes, eso mismo hagan ustedes con ellos”. Tú sabrás por qué debes vivir por esta Regla de Oro, porque descubrirás que es tan solo sentido común hacerlo, ya que esta regla está basada en la ley inmutable de la vida, y que no hace acepción de personas.

La conciencia es la única realidad. El mundo y todo lo que hay en él son estados de conciencia materializados.

Tu mundo es definido por tu concepto de ti mismo, MAS TUS CONCEPTOS DE OTROS, que no son los conceptos que ellos tienen de ellos mismos.

La historia de la Pascua es para ayudarte a que le des la espalda a las limitaciones del presente, y pases a otro estado mejor y más libre.

La sugerencia de: “Sigue al hombre que lleva un cántaro de agua” (Marcos 14: 13, Lucas 22: 10), fue dada a los discípulos para guiarlos a la ultima cena o el festín de la Pascua. El hombre con el cántaro de agua es el onceavo discípulo, Simón de Canaán, la cualidad de disciplina de la mente que solo escucha a los estados dignos, nobles y amables.

La mente que es disciplinada en escuchar solamente lo bueno, se deleita en los estados buenos y por lo tanto encarna lo bueno en la tierra.

Si tú también asistieras a la última cena - el gran festín de la Pascua - entonces sigue a este hombre. Asume esta actitud mental simbolizada como el “hombre con el cántaro de agua”, y vivirás en un mundo que es realmente el cielo en la tierra.

El festín de la Pascua es el secreto de cambiar tu conciencia.

Tú quitas tu atención de tu presente concepto de ti mismo, y asumes la conciencia de ser aquello que deseas ser, y por lo tanto, pasas de un estado a otro.

Esta hazaña se logra con la ayuda de los doce discípulos, que son las doce cualidades disciplinadas de la mente (ver el libro “Tu fe es Tu Fortuna” por el mismo autor, capítulo 18).

CAPITULO 8

FE

“Y Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque en verdad os digo que si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: “Pásate de aquí allá”, y se pasará; y nada os será imposible.” (Mateo 17: 20).

Esta fe de un grano de mostaza, ha probado ser piedra de tropiezo para el hombre. (1 Corintios 1: 23). Se le ha enseñado a creer que un grano de mostaza significa un pequeño grado de fe. Así que él naturalmente se pregunta por qué a él, un hombre maduro, le debería faltar esta insignificante medida de fe cuando tan poca cantidad aseguraría el éxito.

Se le ha dicho que “Fe”, es “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” (Hebreos 11: 1). Y otra vez, “Por la fe entendemos que el universo fue preparado por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve no fue hecho de cosas visibles.” (Hebreos 11: 3).

Las cosas invisibles fueron hechas visibles. El grano de mostaza no es la medida de una pequeña cantidad de fe. Por lo contrario, es lo absoluto en la fe.

Un grano de mostaza es consciente de ser un grano de mostaza, y solamente un grano de mostaza. No está consciente de ninguna otra semilla en el mundo. Está sellado en la convicción de que es una semilla de mostaza, de la misma manera que un espermatozoide sellado en el vientre es consciente de ser un hombre y solamente un hombre.

Un grano de mostaza es realmente la medida de fe necesaria para lograr todos tus objetivos; pero tal como el grano de mostaza, tú también debes perderte a ti mismo en la conciencia de ser solamente la cosa que deseas.

Tú permaneces dentro de este estado sellado, hasta que se brota a sí mismo, y te revela tu afirmación consciente.

La fe es sentir o vivir en la conciencia de ser la cosa deseada; la fe es el secreto de la creación, el VAU en el nombre divino: YOD HE VAU HE; la fe es el Cam de la familia de Noé; la fe es la esencia de sentir por lo cual Isaac bendijo e hizo real a su hijo Jacob. Por la fe, Dios (tu conciencia) llamó a las cosas que no existían como si existiesen, y las hizo visibles.

Es la fe lo que te permite hacerte consciente de ser la cosa deseada; otra vez digo que es la fe lo que te sella en este estado consciente, hasta que tu afirmación invisible llega a madurar y se expresa a sí misma, se hace visible.

La fe o sentir es el secreto de esta apropiación. A través de sentir, la conciencia que desea es unida a la cosa deseada.

¿Cómo te sentirías si ya fueras aquello que deseas ser?

Vístete de ese humor, de ese sentimiento que sería tuyo si ya fueras aquello que deseas ser; y en poco tiempo tú serás sellado en la creencia de que ya lo eres. Luego, sin esfuerzo, este estado invisible se materializará a sí mismo; lo invisible será hecho visible.

Si tuvieras la fe de un grano de mostaza, tú, a través de la sustancia mágica de sentir, te sellarías a ti mismo en la conciencia de ser aquello que deseas ser.

En esta quietud mental o estado como de tumba, tu permanecerás confiado en que no necesitas a nadie para remover la piedra (Mateo 28: 2, Marcos 16: 3, Lucas 24: 2, Juan 20: 1), porque todas las montañas, piedras y habitantes de la tierra, son como la nada ante ti (Isaías 40: 17, Daniel 4: 32). Aquello que ahora reconoces como verdadero de ti mismo (tu presente estado de conciencia) actuará conforme a su naturaleza y entre todos los habitantes de la tierra, y ninguno podrá detenerlo y decirle: “¿Qué has hecho?” (Daniel 4: 35). Ninguno puede detener este estado consciente en el cual estás sellado para encarnarse a sí mismo, ni preguntar su derecho de ser.

Este estado consciente cuando es propiamente sellado por la fe es Palabra de Dios, YO SOY, porque el hombre sentado está diciendo: “YO SOY esto y lo otro”, y la Palabra de Dios (mi estado consciente fijado) es espíritu y no puede volver a mi vacía, sino que debe cumplir aquello para cual la envié. La palabra de Dios (tu estado consciente) debe encarnarse a sí misma para que tú sepas que: “YO SOY el Señor… no hay otro Dios a mi lado” (Isaías 45: 5). “Y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Juan 1: 14), y: “él envió su palabra y los sanó” (Salmos 107: 20).

Tú también puedes enviar tu palabra, la Palabra de Dios, y sanar a un amigo. ¿Hay algo que quieras escuchar de un amigo? Define ese algo que él amaría ser o poseer. Ahora con tu deseo propiamente definido tú tienes la Palabra de Dios. Para enviar esta Palabra a su rumbo, para hablar esta palabra hasta que sea, tú simplemente haces esto. Siéntate calladamente donde estás, y asume la actitud mental de escuchar; evoca la voz de tu amigo; con esta voz familiar establecida en tu conciencia, imagina que tú estás realmente escuchando su voz y él te está diciendo que él es o posee aquello que tu querías que sea o posea.

Impresiona sobre tu conciencia el hecho de que tú realmente lo escuchaste y que él te dijo lo que tú querías oír; siente la excitación de haberlo escuchado. Luego déjalo completamente. Este es el secreto del místico para enviar las palabras a su expresión - para hacer la palabra en carne. Tú formas dentro tuyo la palabra, la cosa que quieres escuchar: luego tú escuchas, y te la dices a ti mismo. “Habla, Señor, que tu siervo escucha.” (1 Samuel 3: 9, 10).

Tu conciencia es el Señor hablando a través de esa voz familiar de un amigo e impresionando sobre ti mismo aquello que tú deseas escuchar. Esta auto-impregnación, el estado impresionado sobre ti mismo, la Palabra, siempre tiene medios y maneras para expresarse a sí mismo que ningún hombre conoce. Cuando logras con éxito hacer esta impresión, tú permanecerás inmóvil a las apariencias porque esta auto-impresión está sellada como un grano de mostaza, y a su debido tiempo madurará hasta expresarse por completo.

CAPITULO 9

LA ANUNCIACION

El uso de la voz de un amigo para impregnarse a uno mismo con el estado deseado es hermosamente contado en la historia de la Inmaculada Concepción.

Fue escrito que Dios envió a un ángel a María, para anunciar el nacimiento de Su hijo. “Y el ángel le dijo a ella… Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo… Entonces María preguntó al ángel: ¿Cómo será esto?, pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que va a nacer será llamado Hijo de Dios. Pues con Dios nada hay imposible.” (Lucas 1: 30 al 37).

Esta es la historia que ha sido contada por siglos, por todo el mundo, pero al hombre no se le dijo que fue escrita respecto a él mismo, por lo que fracasó en recibir el beneficio intencionado para él.

La historia revela el método por el cual la idea o Palabra fue hecha carne. Dios, se nos dijo, germinó o engendró una idea, un hijo, sin la ayuda de otro. Luego puso Su idea germinal en el vientre de María con la ayuda de un ángel quien hizo la anunciación a ella, y la impregnó con la idea.

No hay método más simple que haya sido escrito de la conciencia impregnándose a sí misma, que el que encontramos en la historia de la Inmaculada Concepción.

Los cuatro personajes en este drama de la creación son, el Padre, el Hijo, María y el Ángel.

El Padre simboliza tu conciencia; el Hijo simboliza tu deseo; María simboliza tu actitud receptiva de la mente; y el Ángel simboliza el método usado para hacer la impregnación.

El drama se desarrolla de esta manera. El Padre engendra a un Hijo sin la ayuda de otro.

Tú defines tu objetivo - tú clarificas tu deseo sin ayuda o sugerencia de otro.

Luego el Padre selecciona al ángel que está mejor calificado para llevar este mensaje o posibilidad germinal, a María.

Tú seleccionas a la persona en tu mundo que sinceramente estaría excitado en ser testigo del cumplimiento de tu deseo.

Luego María se entera a través del ángel que ella ya ha concebido un Hijo sin ayuda de un hombre.

Tú asumes una actitud mental receptiva, una actitud de escuchar, e imaginas que estás escuchando la voz del que tú has elegido para que te diga lo que deseas saber. Imagina que él te dice que tú ya eres y ya tienes aquello que deseas ser y tener. Tú permaneces en este estado receptivo hasta que sientes la excitación de haber escuchado las buenas y maravillosas noticias. Luego, como María en la historia, tú sales a continuar tu vida en secreto sin decirle a nadie de esta maravillosa e inmaculada auto-impregnación, confiado de que a su debido tiempo, tú expresarás esta impresión.

El Padre genera la semilla o posibilidad germinal de un Hijo, pero en una impregnación eugénica; Él no transmite el espermatozoide de Sí mismo al vientre. Él lo hace llevar por otro medio.

La conciencia deseando es el Padre generando la semilla o idea. Un deseo clarificado es la semilla perfectamente formada o el Hijo Unigénito. Esta semilla luego es llevada del Padre (la conciencia deseando) a la Madre (la conciencia de ser y tener el estado deseado).

Este cambio en la conciencia es logrado por el ángel o la voz imaginaria de un amigo diciéndote que tú ya has logrado tu objetivo.

El uso de un ángel o la voz de un amigo para hacer la impresión consciente, es la forma más corta, más segura y más asegurada de ser auto-impregnado.

Con tu deseo propiamente definido, tú asumes la actitud de escuchar. Imagina que estás escuchando la voz de un amigo; luego haz que él te diga (imagina que él te está diciendo), cuán suertudo y afortunado eres en haber realizado completamente tu deseo.

En esta actitud mental receptiva tú estás recibiendo el mensaje de un ángel; tú estás recibiendo la impresión de que tú eres y tienes aquello que deseas ser y tener. La excitación emocional de haber escuchado aquello que deseas escuchar es el momento de la concepción. Es el momento en que quedas auto-impregnado, el momento que tú realmente sientes que ahora ya eres o tienes, aquello que anteriormente deseabas ser o poseer.

A medida que tu emerges de esta experiencia subjetiva, tú, tal como María en la historia, sabrás por tu cambio de actitud mental, que has concebido un Hijo; que tú has fijado un estado subjetivo definitivo y que en poco tiempo, expresarás o materializarás este estado.

Este libro ha sido escrito para mostrarte cómo lograr tus objetivos. Aplica el principio expresado aquí mismo, y todos los habitantes de la tierra no podrán detenerte para realizar tus deseos.

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